martes, 29 de julio de 2008

Orietta Lozano

en la Revista
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Orietta Lozano . Poeta y novelista colombiana nacida en Cali en 1956. Pertenece a la nueva generación de poetas colombianas con una marcada inclinación hacia los temas eróticos. Fue directora de la BIBLIOTECA DEL CENTENARIO. Cali donde desarrolló una importante gestión. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía 1986 con «El vampiro esperado» y ganó además el concurso Mejor poema erótico colombiano. Entre sus publicaciones se destacan: «Fuego secreto» 1980, «Poesía para amantes», «Memoria de los espejos» 1983, «El vampiro esperado» y «Agua ebria», traducido al francés.
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Fotografía: Ángela Vásquez
Página 7 de la revista y corresponde a la
http://www.flickr.com/photos/shakyvasquez/530071969/
en el portafolio de la fotógrafa
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POEMAS
Páginas 9 a 16 de la Revista.
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Eloísa y Abelardo

Ella dijo: No me des nada...solo olvídame
porque en el olvido
está la esencia del recuerdo, del inicio,
en tu olvido te aproximas, me usurpas y me vences
y al fi nal vencida
penetro intocable y dulcemente
en la rendija más oscura
que para mí iluminas.
Tembloroso y sin premura
con las yemas de tus dedos
vuelve y toca la herida de mi lluvia
y procura no venir
con la vestidura dolorosa de la culpa
con el tatuaje original de la condena.
No me dejes y ven pronto
como el viento que galopa
suave en el lomo de las aguas.
Mézclame en el agua de tu Dios
y extráela y bébela y reténla por siempre
en la hora de tu sed.
Soy el padre de tu hijo nunca visto
soy tu hijo en las entrañas de tu tierra
y después de nada poseer y estar perdido
soy él, el prófugo, tu amigo eterno.
Salve a ti, mi eterna virgen
del agua desbocada en el mar de tu afl icción,
tú por siempre la más desconocida
y nueva en mi memoria.
Ella dijo: que no me salve nada, salvo la espina
del dolor que tiembla ya y desde siempre
en la espina de mi espalda,
salvo el dolor donde yace la alquimia de mi ansia.
Házte uno con el padre y con el hijo
házte uno con Dios y omnipresente
estando en tu morada, házte presente en mi morada.
Siéntate a la mesa y bebe de mi vino
y alguna vez ebrio, desgarra el temblor
de tu carne en la encrucijada de mi cuerpo.
Voy por ti, despacio, muchacha desquiciada
llevando en mi verbo la oración del desatino,
y como antes y ahora y ya por siempre,
tiemblo en la encrucijada de tu carne.
Estando con él estoy contigo,
y después de tocarte y usurparte
no habrá otra, ni ninguna otra
ungida en mi memoria.
Ella dijo: Dáte prisa que mi cuerpo no resiste,
y aunque suelo oler el ungüento del ungido,
no me basta la inocencia
ni la ascensión de tu deseo
hacia el arco de los cielos.
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Presencia
Un ángel vino callando
y se fue callando,
y entre su silencio tejió una red
para atrapar la lágrima del ciervo
que dormita en las aguas del olvido.
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Señal equívoca
En las laderas y en las torres
en el misterio de las sombras,
en el desfi ladero de los días
columnas de azufre vuelcan las señales
en el tiempo que anochece,
el cordero se ofrenda en el huerto de la nada.
Puentes de alfi leres, aceites milagrosos,
fi lamentos con licores de animal
se mezclan, se anudan y oscurecen
la mancha luminosa sobre el agua.
En el soplo de los siglos
y sobre el hálito del soplo,
equívocos, acertijos, ungüentos y perfumes,
el cordero se ofrenda en la piedra de la alianza.
El tiempo que precede al anatema,
al antifaz, al desatino,
repele y se aferra a la estructura confusa del secreto,
el cordero se ofrenda en la sal de la noche.
Como un anzuelo hacia la trampa,
todo se aniquila, cae, permanece,
y en su propia trampa se devora.
El cordero se ofrenda en el abismo del deseo.
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Espejo
Hay una pequeña rata
hay el temblor del reloj
en el zaguán de los espejos.
El sueño como un dulce sable
conoce del golpe y del alivio.
Hay un pez perdiéndose
en el agua y en el azufre de la noche
un cuchillo como un insólito milagro
rasga el vientre del espejo.
El pez es pescado y dispuesto
sobre la piedra de la mesa...
...Hay el esplendor de una niebla
que dispersa
la rata, el pez, la piedra y el espejo.
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La hermana
Me pondré el vestido de agua,
el azul, el transparente
para ir al mercado de las brumas
que se despierta y cae lentamente,
el mercado es suave y dulce
con una voz confusa,
y hay un niño distante
gozoso y doloroso
iniciado en la alquimia de las aguas,
como la raíz de los abetos
ofreciendo sus sueños y la pesadez
de sus bisontes.
En la tienda del mercado
veré emerger
al tejedor de eclipses y de algas,
al vendedor de arcos
por donde atraviesa el fuego de la muerte.
Al que alquila la lápida, la poción de olvido
y la guirnalda,
al que lanza la herida del cuchillo
en el vientre del azar;
y mi hermana estará allí
como la más hermosa
aprisionada en el plumaje
de espirales y serpientes
el niño doloroso
levantará las blancas brumas
para retornarlas gozoso
a las peñas púrpuras y hondas.
Y ella la hermana,
asciende peldaño por peldaño
la bruma de un acantilado
para recordar la voz
que habla a quemarropa,
que adelanta y retarda la hora de la luna,
la iniciada en la alquimia de las aguas
abraza el árbol que le habla
con el mismo acento,
por tercera vez le habla
en una irrepetible lengua
que la despoja del sueño y el deseo
de avanzar hacia el mercado
que no existe.
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Alguien
Doloroso ungüento de los príncipes,
consolación de una hechicera.
El poeta va consigo mismo
donde irrumpe la belleza
y emerge el rastro del olvido...
Finalmente se cruza la sombra y su dolor.
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Clamor
A solas me deslizo, me deshago
en mi cerebro estalla una piedra incandescente
y estoy al pie de la caída...
¡Oh señor de la sed!
¿no me ofrendas un vaso de agua
en tu infi nito camino de las aguas?
¿Un gesto de aquiescencia
para salvarme del abismo?
Señor de la urdimbre y el tejido
tiéndeme la red para exilarme
soy tu magdalena señor de las queridas
soy tu extraviada señor de los perdidos.
Levántame en la fi esta y la esperanza
alójame en el grato fuego de los vientos.
Como un inexplicable sortilegio entre mis manos
mi corazón yace quebrantado.
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Eloísa
Yo Eloísa,
concubina triste,
he perdido el fuego,
y en las aguas tristes, detrás de la memoria,
recordé una ofrenda:
El crepitar cruel y dulce
del sacrifi cio de los peces,
el letargo iluminado más allá de los espejos,
la muerte sólo una,
en el abismo insumiso del sueño y la lujuria.
Yo sombría y escondida
Eloísa enferma y pálida,
yo afl igida y débil
he deseado la lluvia del ocaso,
la sigilosa vigilia de la piedra
la comunión con el aceite del silencio
la celebración de la ruptura y la caída.
Yo Eloísa herido ángel,
consumida,
yo, dormida como un niño dispuesto al holocausto
he percibido la incesante queja,
el movimiento turbado de la huída
y el temblor del desatino.
Yo, Eloísa oscura y triste
vago entre la niebla pagana del encuentro
y el grave peligro que destruyó mi aliento.
Señor de las aguas y los tiempos
reo de muerte escucho entre mi boca;
Señor de los vinos y la carne,
yo idolatro, pero me resisto a la expiación.
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Lázaro
Si Lázaro apareciera de repente
entre la oquedad de la casa del desierto.
Si recorriera leve los pasos ya perdidos
si la voz de la hermana levantara al hermano.
Pero Lázaro es leve aliento en la levedad del tiempo.
Si tan sólo entre la triste multitud
como una espiga triste se dejara ver.
Si resucitara, si volviera a nombrar
a la dulce hermana,
si sobre el agua y sobre la luz del agua
lavara de nuevo sus manos
y bebiera en ellas de nuevo el agua.
Pero tan solo el tiempo del sueño es verdadero
y Lázaro trae su mirada ciega y calla.
Si tan sólo se dejara ver
como una simple espiga
entre la simple multitud.
Si su sed lo detuviera
ante el pozo del desierto,
si su fuego consumiera la carne del cordero
y con la neblina temblaran sus ocasos
pero Lázaro es leve y calla.
Si tan sólo entre la dulce multitud
como una dulce espiga se dejara ver...
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El regalo

“ Hay un lugar en que casi
todas las piedras son zafi ros”
LIBRO DE JOB
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Hurgó en la fl or de la harina
comió de la harina y ofreció de la fl or.
No despertó en muchas lunas
hasta que el canto del ángelus
en un dulce saludo
le legó un dulce estupor.
En el esplendor del sol
conoció la tiniebla
y en la luz de la piedra
indagó por su muerte.
No hay lugar inaccesible
y sin embargo aquí en este sitio
la mirada del buitre no logró detenerse.

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Fotografía de ANGELA VÁSQUEZ

http://www.flickr.com/photos/shakyvasquez/2194111774/

Aparece (b&N) en las páginas 14-15 de la Revista
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